Su esposa e hijos, pidieron
además que Guillén Domínguez que apruebe una pensión para su esposa e hijos, ya
que llevaba laborando 12 años en el ayuntamiento.
El llamado se extendió al
Fiscal Raciel López Salazar, para que dé con los homicidas de Santiago y que su
muerte no quede en la impunidad.
La tarde del martes, el cuerpo
de Santiago Pérez Santiz, fue inhumado en el panteón de esta localidad.
El féretro partió de la casa
que compartía Santiago con su esposa e hijos, en el barrio de Sacsalum, donde
fue velado.
Amigos, conocidos y familiares
acompañaron a la familia hasta el panteón de la localidad, donde fue inhumado.
Santiago perdió la vida al
recibir un disparo de arma de fuego en el tórax, cuando recogía hojarasca y
basura en la parte sur del mercado, cerca de una sucursal bancaria.
Algunos ciudadanos intentaron
darle los primeros auxilios y con la ayuda de cuatro hombres lo subieron a un
vehículo particular, debido a que los grupos de socorro temían acercarse al
lugar.
En el trayecto al Hospital,
Santiago perdió la vida, debido a que el disparo de arma de fuego que recibió
dañó órganos vitales.
Hace 24 años, Santiago y su
familia dejó su comunidad Las Delicias ubicada en la micoregión de Lucha
Campesina, a raíz del levantamiento armado del Ejército Zapatista de Liberación
Nacional (EZLN), como otras familias lo hicieron.
Con el tiempo construyó una
casa en el barrio de Sacsalum, donde viven familias que han llegado de las
comunidades a asentarse desde hace más de un cuarto de siglo.
Fue en el 2006, cuando empezó
a laborar en el departamento de Limpia del ayuntamiento de Comitán, donde
percibía un salario de dos mil 500 pesos quincenales, dinero que usaba para la
manutención de su familia.
A las 10 de la mañana,
Santiago caminaba cien metros para tomar la combi que lo traía a Comitán, para
entrar a laborar en el turno de la tarde y salir hacia las 20:00 horas.
Le sobreviven su esposa Carmen Álvarez
López, Eloida, Zoila, Hernán, Enrique, Raúl y Abenamar Pérez Álvarez de 20, 26
22, 25 y 16 años respectivamente.
Sus familiares contaron que
Santiago “era muy conocido entre los locatarios del mercado”, donde llevaba
varios años laborando.
Los vecinos, amigos y
conocidos llevaron flores a la tumba donde el que fue trabajador del
ayuntamiento fue inhumando.
El ayuntamiento entregó una
ayuda de cinco mil pesos, para los gastos y un ataúd.